TOLSTÓI
APRENDIÓ A ANDAR EN BICICLETA A LOS 67
¿A
TI QUÉ TE FALTA POR APRENDER?
Marie Curie, León Tolstói o Miles Davis
son algunas de las personas que aprendieron nuevas habilidades cuando, asegura
la convención, pareciera que ya no era tiempo de aprender, mostrándonos que la
curiosidad es el pretexto que hace de este mundo un lugar de admiración
perpetua.
En una sección del
célebre Problema XXX (el que dedica a la melancolía y su presencia constante en
hombres “destacados” y cuya autoría, por otro parte, algunos disputan),
Aristóteles se pregunta “por qué tenemos más inteligencia al llegar a viejos
pero aprendemos más de prisa cuando somos jóvenes”, insistiendo así sobre la
creencia (bastante remota, como se ve) de que el aprendizaje se limita a la
época de nuestra vida en que la juventud, la lozanía de los miembros y de la
mente, lo facilitan.
Esto, sin embargo, no es del
todo cierto, y varios estudios realizados en los últimos años proponen que mantenerse
siempre aprendiendo un idioma, una habilidad desconocida, etc, es una medida
preventiva de enfermedades cerebrales como el Alzheimer o el mal de Parkinson.
Hace unos días, en uno de
los blogs del New York Times, Charles Wilson narra 5 casos de personajes
célebres que, ya en avanzada edad, emprendieron el aprendizaje de nuevas
cosas, desafiando e incluso refutando en la práctica ese prejuicio que se
ha cifrado en más de una conseja popular.
Así, Marie Curie, premio
Nobel y pionera de la investigación en radioactividad, aprendió a nadar solo
hasta que superó los 50 años de edad, cuando sus dos hijas le enseñaron y la
animaron a hacerlo; el entusiasmo de Curie fue tanto, que inició un
entrenamiento para romper los récords del equipo de natación de la universidad
donde practicaba.
Ayn Rand, escritora
ruso-estadounidense, se inició en la filatelia en sus 60 y tantos, una disciplina
que solo en apariencia parece simple, pero en la cual la memoria y la presteza
mental son indispensables.
Miles Davis, transgresor por
naturaleza, se vio inspirado por “uno de los pocos héroes” que tuvo, el campeón
mundial de peso welter y peso medio Sugar Ray Robinson, y comenzó a entrenar
box, cuando se acercaba ya a los 30 años de edad (un periodo que marca el
retiro para los boxeadores profesionales). Davis tomó esta decisión por
considerar este deporte una disciplina. “Tienes que tener estilo en lo que sea
que hagas: literatura, música, pintura, moda, boxeo, lo que sea”.
Tolstói, como se dice ya en
el título de esta nota, aprendió a andar en bicicleta solo hasta los 67 años
(una actividad que, como antes la natación en Marie Curie, por lo regular se
inicia en la infancia). En una coincidencia que quizá no sea casual, el conde
domó este medio de transporte un mes después de la muerte de su hijo de 7
años, Vanichka.
Dwight D. Eisenhower,
presidente de los Estados Unidos y antes comandante de los Aliados en la
Segunda Guerra Mundial, se adentró al mundo de los pinceles y los lienzos con
58 años de edad, un poco como ocupación terapéutica que calmara sus nervios (la
guerra recién había terminado). Curiosamente el militar hizo esto de manera
autodidacta, sin tener ningún tipo de “instrucción, talento o justificación”.
Sin duda otros ejemplos
podrían añadirse, sobre todo de personas comunes y corrientes que combaten el
tedio o la inactividad con la exploración de algo que, simplemente,
desconocen. Porque, a fin de cuentas, ese parece ser el denominador común
y el verdadero motor de todo esto: la curiosidad.
Tener o no curiosidad,
siempre, parece ser la diferencia entre que el mundo sea un lugar de
aburrimiento eterno o un motivo de admiración que nunca se marchita.
Con información de The NYT
Articulo que nos enseña que el tiempo no es una medida a nuestros sueños ya que cada día a medida que crecemos nos volvemos duros, pero es la misma vida, quien nos doblega con sus experiencias.
ResponderEliminarNunca es tarde para empezar.